Esta semana os queremos hacer recordar a los más mayores los tiempos de baile y fiesta y a los que no lo somos tanto haceros ver que nuestros padres y abuelos no hacían botellón pero ¡tampoco se lo montaban mal!
El baile de tío Eduardo y tía Lorenza estaba en la corralá de la calle Santa Florentina (donde viven tía Flor y tío Tomás de la leche) para situarnos.
Se accedía por una puerta en la que, primer lugar, había un comercio que regentaba tía Lorenza y si seguíamos más adentro nos encontrábamos con la taberna de tío Eduardo. Que eran marido y mujer.
De la taberna se accedía al piso de arriba que era donde estaba el baile. Allí cobraba las entradas Demetrio, hijo de la pareja y que todos conocemos. Y tocaba la banda que eran el resto de hijos: Andrés tocaba el saxofón, José el clarinete, Demetrio la trompeta y Luisa la batería.
El baile era los Domingos o festivos. Empezaba a las 12:00 después de misa (requisito indispensable para ir al baile era haber ido a misa) y terminaba a las 15:00 para que la gente se fuera a casa para comer.
Por la tarde, después del Rosario volvía a haber baile a las 18:00 (en ocasiones el cura tenía que acercarse al baile a por los feligreses y suspenderlo hasta que terminase el Rosario). Sobre las 22:00 se hacía un parón para la cena. Se volvía a reanudar a las 23:00 hasta las 20 3 de la madrugada.
Y para los más jóvenes ahí van algunas anécdotas que no tienen nada que envidiar a las vividas actualmente:
La banda tocaba lo mejor del momento: Francisco alegre, la comparsita, Danubio azul… de entre todos, Demetrio era el que peor oído tenía por lo que cobraba las entradas y se ponía a tocar ya al final a la hora de cierre. (Como veis estaba todo pensado).
Los menores de 14 años no podían ir al baile pero, como es normal, intentaban colarse, y a falta de portero tío Eduardo se sacaba el cinturón y a chico y chica que veía que no tenía la edad… ya sabéis!. En una de esas su hija Luisa se había estrenado un vestido nuevo y su padre no la conoció por lo que se llevó un buen cinturonazo.
En otra ocasión el 31 de diciembre, con la taberna y el bar llenos a rebosar, tía Lorenza se puso de parto y no podían echar a la gente. Así que la decisión fue llamar a la partera (la madre de
José Luis Ribero) y mientras unos bailaban y se divertían nació otro de los hermanos de la familia. Conocéis algún ejemplo más claro de la mítica frase “el show debe continuar”…
Asiduos al baile de drcha a izqda. Juan Álvarez, Sandalio, Cipriano y Chori |
Por último otra anécdota era que muchas veces se iba la luz para lo que tenían siempre candiles… una de esas veces, y con el baile en su mejor momento, se fue la luz y mientras lo arreglaban dejaron a Luisa al cargo del negocio. Luisa vio que alguien se colaba en la bodega de los jamones y fue rápido a avisar a su tío Pedro (que les ayudaba, en ocasiones, cuando había mucha gente).
Así que tío Pedro y tío Eduardo fueron a ver qué era lo que pasaba y se encontraron con un vecino del pueblo con dos jamones e intentando descolgar un tercero. Y cuando le preguntaron que qué era lo que hacía, contestó: “Me he equivocao”. A lo que tío Eduardo contestó: “ bueno en uno puede ser pero vas por el tercero…”
Espero que hayáis disfrutado con este post tanto como nosotras al hacerlo y desde aquí dar las gracias a tía Luisa y a Juan que no han tenido reparo en informarnos y ayudarnos a entender un poquito mejor la historia de nuestro pueblo.
Imagenes y redacción de Teresa Diez
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