miércoles, 29 de febrero de 2012

LAS HUELLAS DE BERZOCANA


En el sector suroriental de la provincia de Cáceres se encuentra la comarca " Villuercas, Ibores, Jara". Donde predomina un tipo de paisaje montañoso formado por sierras muy abruptas, con escarpadas cumbres cuarcíticas y valles profundos por donde discurren caudalosos ríos. En este paisaje serrano se asienta la Real Villa de Berzocana, título que concedió el rey Carlos I a este pueblo el 30 de marzo de 1538.
En este lugar encontramos también la huella que la naturaleza nos ha dejado, el roble Marivela, catalogado como uno de los árboles más singulares de Extremadura. Esta zona tiene además paisajes de extraordinaria belleza, en un terreno accidentado, cubierto de grandes bosques de encinas, robles y alcornoques.





A 728 metros de altitud, se puede recorrer las más diversas rutas, en las  que nos encontramos la huella del hombre, que se pueden observar en las pinturas rupestres, los castros celtas, necrópolis romanas y tumbas medievales (Tesoro de Berzocana, compuesto por troques de oro de la Edad del Bronce). Pero su historia está presidida por los santos Fulgencio y Florentina, patronos de la villa, localizados en la iglesia parroquial de San Juan Bautista (S. XIV-XVI), templo gótico de gran valor, junto a esta obra se encuentra la ermita de La Concepción en cuyo interior se encuentra un magnifico retablo barroco.
Berzocana también ha sido capaz de crear una huella gastronómica aprovechando la excelencia de los recursos naturales, se preparan suculentos platos típicos, como la caldereta de cordero o cabrito, las migas extremeñas, etc...
En repostería, los exquisitos "rabos de calabaza", dulce apreciadísimo que sólo puede degustarse en este lugar.Que será protagonistas de nuevas entradas junto a otros dulces...
Las frutas, especialmente cerezas y castañas de alta calidad, procedentes de las explotaciones de la zona, se catalogan entre las mejores de España. El resto de las frutas y las verduras, son muy apreciadas por su agradable gusto y textura, como consecuencia de la singular climatología.

Como herencia berzocaniega, nos quedamos también con una tierra que te aborda en la quietud de un tiempo que parece que no corre, en la serenidad del ánima, en la inspiración de la fuerza de la tierra y de la vida salvaje.
Post realizado por: M. Jesús Labrador Hoyos

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